El rabilargo es un ave mucho más grácil y estilizada que otros miembros de la familia de los córvidos. También se distingue por poseer un plumaje de suaves tonos cremosos y azulados. De hábitos marcadamente gregarios, presenta una curiosa distribución mundial en dos núcleos separados por millares de kilómetros: la Península Ibérica y el Extremo Oriente.
Cuando contemplamos a esta ave, pocos son los indicios que nos permiten relacionarla con la familia que integra a cuervos, cornejas y grajillas, aves por lo general robustas y negras. El más ligero de nuestros córvidos, por el contrario, es un pájaro más bien grácil y de larguísima cola, que luce un bello plumaje en el que dominan los tonos azulados, marrones (con un suave matiz rosáceo) y blancos. En fuerte contraste con los colores descritos, el ave muestra un capirote negro brillante que abarca casi toda la cabeza. Las diferencias entre adultos y jóvenes son poco evidentes, aunque estos tienen un plumaje menos contrastado y el capirote jaspeado de gris.
La gran longitud de la cola (190-197 mm), es lo que hace a este
pájaro parecer mayor. Realmente su cuerpo es, por ejemplo, mucho
más reducido que el de una Grajilla, Corvus monedula. Compárense
los pesos normales de ésta (190-250 g.) con los del Rabilargo
Ibérico (65-76 g.). Es, pues, el más pequeño de los córvidos
ibéricos.
Normalmente, se posa en árboles y también en el suelo, donde salta con agilidad pero no anda como la Urraca Común. Es una especie muy gregaria que vive todo el año formando grupos más o menos numerosos que, en general, son muy sedentarios, ocupan un extenso territorio y no salen de él aunque las condiciones meteorológicas les sean desfavorables. Dentro de esta limitada área se mueven con cierta rutina, siguiendo itinerarios fijos. Son extraordinariamente inquietos y chillones y, presumiblemente, los gritos continuos mantienen la cohesión entre los componentes del grupo. Al atardecer se van juntando todos y en los dormideros pueden llegar al centenar de individuos concentrados y, en ocasiones, bastantes más.
Es un pájaro extraordinariamente agresivo frente a los
depredadores, en especial durante la época de la cría en la que no
dudan en atacar a cualquier animal, pequeño o grande, e incluso, al
propio hombre, si cualquiera de ellos se acerca al nido.
Curiosamente, sus gritos congregan en pocos segundos a varias
parejas y grupos dispersos por los alrededores y todos chillan y
rodean al intruso lanzándole ataques furiosos. Las poblaciones
suelen constituir núcleos a menudo separados entre sí por
considerables distancias. Cada uno está formado, a su vez, por
varias colonias que ocupan arboledas, encinares, pinares, etc.
Estas no son compactas y las parejas que las forman están en ellas
dispersas dentro de radios muy variables, desde pocos metros hasta
200. Incluso, en algunos casos, los nidos de dos parejas pueden
estar en un mismo árbol.
El rabilargo ibérico ocupa, en general, niveles variados, siempre por debajo de 1.600 m de altitud, a condición de que existan bosquetes y arboledas. Prefieren encinares y bosques de pinos, pero no rehúye incluso plantaciones de frutales y, sobre todo, zonas fluviales. Frecuenta claros de bosques, caminos, bordes de carreteras y terreno despejado con arbustos dispersos, pero siempre sin alejarse de los árboles, en los que se refugia inmediatamente y con gran algarabía si advierte algún peligro.
Rabilargo
Cyanopica cooki
Córvidos
Paseriformes
34-36 cm.
38-40 cm
65-76 gr.
5-10 años
Residente
Fundamentalmente, el rabilargo ibérico es un pájaro omnívoro que come de todo, aunque sus preferencias parecen ir hacia los grandes insectos, durante la primavera y parte del verano, y a las semillas y frutas en el otoño e invierno, sin despreciar cualquier carroña animal. En el suelo picotea entre la hojarasca lombrices de tierra y larvas. En los árboles, e incluso, entre la hierba, ataca a las orugas de la procesionaria del pino. Cuando un bando de rabilargos descubre alguna fila de orugas peludas de procesionaria forma una enorme algarabía de chillidos de inmediato, pero mientras afanosamente las come permanece en silencio. Una fruta o carroña la picotean sujetándola con una pata. Los insectos voladores, como hormigas aladas, son perseguidos al vuelo y a menudo cazados fácilmente. Entre la hierba en el verano capturan muchos saltamontes. No son raros los grupos de rabilargos en tierras recién aradas, comiendo cerca de cornejas y urracas. Semillas de Pinus pinea y Pinus pinaster son abundantes en su dieta, pero en zonas del centro-sur y oeste de Iberia come bellotas de encina y muchas aceitunas, además de numerosos frutos silvestres de plantas arbustivas. No rehúyen lugares habitados y, sobre todo en el invierno, se acercan a los caseríos y extrarradios de pueblos, donde picotean y rebuscan entre los desperdicios de los basureros.
La época de reproducción de la especie comienza, normalmente, a lo largo del mes de abril. Una vez constituida la pareja, ambos proceden (tras un concienzudo proceso de selección del emplazamiento) a construir el nido en la horquilla de alguna encina, alcornoque, roble o pino. Este consiste en una cuidada copa de palitos y raicillas con algo de barro y esmeradamente recubierta en su cara interior de musgo, lana, pelo y fibras vegetales. Los rabilargos son aves gregarias en todos los aspectos de su biología y la reproducción no es una excepción. Aunque no constituyen colonias de cría propiamente dichas, estos córvidos siempre buscan la vecindad de otras parejas, lo que les permite actuar coordinadamente en la detección de depredadores y en la defensa activa de sus nidos. La puesta (de entre cuatro y nueve huevos de color cremoso) se realiza a mediados de abril o principios de mayo. La hembra será la encargada de la incubación durante 15 días, transcurridos los cuales nacen los pollos que serán atendidos por ambos adultos. Tras una estancia en el nido de 14-16 días los jóvenes realizan sus primeros vuelos, aunque seguirán siendo alimentados por sus padres algunas semanas más. A finales de verano, los jóvenes acompañan a los adultos en pequeñas partidas familiares para luego integrarse en el seno de la colonia.
La conducta del rabilargo ibérico durante la reproducción, en
especial al cebar a los pollos o defenderlos, presenta caracteres
comunitarios que los ornitólogos han podido comprobar a menudo. Se
ha comprobado que los pollos de un nido eran alimentados por lo
menos por cuatro rabilargos distintos entre los que estaban, por
supuesto, los padres. Un mismo rabilargo Ibérico acudía, además, a
cebar simultáneamente a dos nidos diferentes y defendió
desesperadamente la pollada de un tercer nido. Esto hace pensar en
la poligamia, pero las observaciones realizadas son insuficientes
para admitirla en firme. Lo que sí hay que destacar es el carácter
social de esta especie a lo largo de todo el año, que se acentúa
durante la reproducción y, en especial, su solidaridad frente al
peligro, común también, en mayor o menor grado, con otras especies
de córvidos. Un pollo de rabilargo ibérico caído del nido es
rodeado inmediatamente por varios adultos que acuden a sus gritos,
comportamiento que también se ha observado en la graja, Corvus
frugilegus, y que cesa en cuanto el pollo muere o es retirado.
Su comportamiento de cría cooperativa es algo que llama mucho la
atención, ya que es de las pocas especies en las que se ha datado
este comportamiento.
La expresión de esta conducta parece estar influida, al menos en
parte, por factores ambientales: en época de extrema sequía el
porcentaje de nidos con ayudantes se eleva a un 75 %, y la media de
ayudantes por nidos asciende a 3,6, frente a menos de la mitad
(1,5) en años normales.
La ayuda parece estar relacionada también con la imposibilidad de
que algunos de los machos del bando puedan acceder al estatus
reproductor debido a una diferencia poblacional en la proporción de
sexos (menor cantidad de hembras y mayor de machos).
Los ayudantes pueden ser de dos tipos. Los de «primera opción»
serían individuos que no intentan reproducirse y que actúan
únicamente como ayudantes, y los de «segunda opción» serían
aquellos individuos que ayudan después de haber fallado en su
propio intento reproductor. Los ayudantes son, casi en su
totalidad, machos (las escasas hembras datadas son todas de
«segunda opción»). Aunque los jóvenes son más proclives a ayudar
que los adultos, la proporción de ambas edades en el conjunto de
los ayudantes es similar. El papel de ayudante o reproductor es
reversible, existiendo individuos que adquieren uno u otro estatus
de forma alternativa en años sucesivos.
Los ayudantes participan en la mayor parte de las tareas
reproductoras: defensa del nido, alimentación de los pollos,
retirada de sacos fecales e, incluso, en algunos casos, pueden
cebar a la hembra durante la incubación. Aportan casi una cuarta
parte de las cebas que reciben los pollos, porcentaje muy similar
al que aporta la hembra y la mitad del de los machos. Ese aporte
extra por parte de los ayudantes, no se traduce en una reducción
del esfuerzo parental de los progenitores, sino más bien todo lo
contrario.
Este sorprendente comportamiento, que es la primera vez que se
cita para las especies que realizan cría cooperativa, podría
explicarse por el escaso valor reproductivo residual de los adultos
de esta especie en la población estudiada: la tasa de supervivencia
anual de los adultos es sólo del 50 % y la probabilidad de éxito
reproductor es muy escasa (la vida reproductiva de un individuo es
de tan solo 2 años de media y la productividad media a lo largo de
esa vida solo alcanza los 3.4 volantones). Con estas fuertes
restricciones, los progenitores, en aquellas ocasiones en las que
cuentan con ayuda, aumentarían su esfuerzo para intentar así
asegurarse el éxito reproductor actual, dadas las escasas ocasiones
futuras de las que van a disponer para conseguirlo.
Se estima la población española en 240.000-260.000
parejas.
El principal factor de amenaza es la persecución directa del
hombre a causa de los daños provocados en la agricultura,
principalmente en los cultivos de frutales y viñedos, y los que
supuestamente infligen a las poblaciones de especies cinegéticas.
Si bien los primeros son indiscutiblemente ciertos, de los segundos
no existe constancia alguna.
Otro importante factor de amenaza sería la masiva utilización de
pesticidas en las áreas donde se reproducen.