Revista 84
Número 84

Rabilargo

El rabilargo es un ave mucho más grácil y estilizada que otros miembros de la familia de los córvidos. También se distingue por poseer un plumaje de suaves tonos cremosos y azulados. De hábitos marcadamente gregarios, presenta una curiosa distribución mundial en dos núcleos separados por millares de kilómetros: la Península Ibérica y el Extremo Oriente.

 

Cuando contemplamos a esta ave, pocos son los indicios que nos permiten relacionarla con la familia que integra a cuervos, cornejas y grajillas, aves por lo general robustas y negras. El más ligero de nuestros córvidos, por el contrario, es un pájaro más bien grácil y de larguísima cola, que luce un bello plumaje en el que dominan los tonos azulados, marrones (con un suave matiz rosáceo) y blancos. En fuerte contraste con los colores descritos, el ave muestra un capirote negro brillante que abarca casi toda la cabeza. Las diferencias entre adultos y jóvenes son poco evidentes, aunque estos tienen un plumaje menos contrastado y el capirote jaspeado de gris.

 

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La gran longitud de la cola (190-197 mm), es lo que hace a este pájaro parecer mayor. Realmente su cuerpo es, por ejemplo, mucho más reducido que el de una Grajilla, Corvus monedula. Compárense los pesos normales de ésta (190-250 g.) con los del Rabilargo Ibérico (65-76 g.). Es, pues, el más pequeño de los córvidos ibéricos.

 

Costumbres

Normalmente, se posa en árboles y también en el suelo, donde salta con agilidad pero no anda como la Urraca Común. Es una especie muy gregaria que vive todo el año formando grupos más o menos numerosos que, en general, son muy sedentarios, ocupan un extenso territorio y no salen de él aunque las condiciones meteorológicas les sean desfavorables. Dentro de esta limitada área se mueven con cierta rutina, siguiendo itinerarios fijos. Son extraordinariamente inquietos y chillones y, presumiblemente, los gritos continuos mantienen la cohesión entre los componentes del grupo. Al atardecer se van juntando todos y en los dormideros pueden llegar al centenar de individuos concentrados y, en ocasiones, bastantes más.


Es un pájaro extraordinariamente agresivo frente a los depredadores, en especial durante la época de la cría en la que no dudan en atacar a cualquier animal, pequeño o grande, e incluso, al propio hombre, si cualquiera de ellos se acerca al nido. Curiosamente, sus gritos congregan en pocos segundos a varias parejas y grupos dispersos por los alrededores y todos chillan y rodean al intruso lanzándole ataques furiosos. Las poblaciones suelen constituir núcleos a menudo separados entre sí por considerables distancias. Cada uno está formado, a su vez, por varias colonias que ocupan arboledas, encinares, pinares, etc. Estas no son compactas y las parejas que las forman están en ellas dispersas dentro de radios muy variables, desde pocos metros hasta 200. Incluso, en algunos casos, los nidos de dos parejas pueden estar en un mismo árbol.

 

Hábitat

El rabilargo ibérico ocupa, en general, niveles variados, siempre por debajo de 1.600 m de altitud, a condición de que existan bosquetes y arboledas. Prefieren encinares y bosques de pinos, pero no rehúye incluso plantaciones de frutales y, sobre todo, zonas fluviales. Frecuenta claros de bosques, caminos, bordes de carreteras y terreno despejado con arbustos dispersos, pero siempre sin alejarse de los árboles, en los que se refugia inmediatamente y con gran algarabía si advierte algún peligro.

 

Clasificación
científica

Nombre común:

Rabilargo

Nombre científico:

Cyanopica cooki

Familia:

Córvidos

Orden:

Paseriformes

Longitud: 

34-36 cm.

Envergadura:

38-40 cm

Peso:

65-76 gr. 

Longevidad:

5-10 años

Estatus:

Residente

Alimentación

Fundamentalmente, el rabilargo ibérico es un pájaro omnívoro que come de todo, aunque sus preferencias parecen ir hacia los grandes insectos, durante la primavera y parte del verano, y a las semillas y frutas en el otoño e invierno, sin despreciar cualquier carroña animal. En el suelo picotea entre la hojarasca lombrices de tierra y larvas. En los árboles, e incluso, entre la hierba, ataca a las orugas de la procesionaria del pino. Cuando un bando de rabilargos descubre alguna fila de orugas peludas de procesionaria forma una enorme algarabía de chillidos  de inmediato, pero mientras afanosamente las come permanece en silencio. Una fruta o carroña la picotean sujetándola con una pata. Los insectos voladores, como hormigas aladas, son perseguidos al vuelo y a menudo cazados fácilmente. Entre la hierba en el verano capturan muchos saltamontes. No son raros los grupos de rabilargos en tierras recién aradas, comiendo cerca de cornejas y urracas. Semillas de Pinus pinea y Pinus pinaster son abundantes en su dieta, pero en zonas del centro-sur y oeste de Iberia come bellotas de encina y muchas aceitunas, además de numerosos frutos silvestres de plantas arbustivas. No rehúyen lugares habitados y, sobre todo en el invierno, se acercan a los caseríos y extrarradios de pueblos, donde picotean y rebuscan entre los desperdicios de los basureros.

 

Reproducción

La época de reproducción de la especie comienza, normalmente, a lo largo del mes de abril. Una vez constituida la pareja, ambos proceden (tras un concienzudo proceso de selección del emplazamiento) a construir el nido en la horquilla de alguna encina, alcornoque, roble o pino. Este consiste en una cuidada copa de palitos y raicillas con algo de barro y esmeradamente recubierta en su cara interior de musgo, lana, pelo y fibras vegetales. Los rabilargos son aves gregarias en todos los aspectos de su biología y la reproducción no es una excepción. Aunque no constituyen colonias de cría propiamente dichas, estos córvidos siempre buscan la vecindad de otras parejas, lo que les permite actuar coordinadamente en la detección de depredadores y en la defensa activa de sus nidos. La puesta (de entre cuatro y nueve huevos de color cremoso) se realiza a mediados de abril o principios de mayo. La hembra será la encargada de la incubación durante 15 días, transcurridos los cuales nacen los pollos que serán atendidos por ambos adultos. Tras una estancia en el nido de 14-16 días los jóvenes realizan sus primeros vuelos, aunque seguirán siendo alimentados por sus padres algunas semanas más. A finales de verano, los jóvenes acompañan a los adultos en pequeñas partidas familiares para luego integrarse en el seno de la colonia.


La conducta del rabilargo ibérico durante la reproducción, en especial al cebar a los pollos o defenderlos, presenta caracteres comunitarios que los ornitólogos han podido comprobar a menudo. Se ha comprobado que los pollos de un nido eran alimentados por lo menos por cuatro rabilargos distintos entre los que estaban, por supuesto, los padres. Un mismo rabilargo Ibérico acudía, además, a cebar simultáneamente a dos nidos diferentes y defendió desesperadamente la pollada de un tercer nido. Esto hace pensar en la poligamia, pero las observaciones realizadas son insuficientes para admitirla en firme. Lo que sí hay que destacar es el carácter social de esta especie a lo largo de todo el año, que se acentúa durante la reproducción y, en especial, su solidaridad frente al peligro, común también, en mayor o menor grado, con otras especies de córvidos. Un pollo de rabilargo ibérico caído del nido es rodeado inmediatamente por varios adultos que acuden a sus gritos, comportamiento que también se ha observado en la graja, Corvus frugilegus, y que cesa en cuanto el pollo muere o es retirado.

 

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Su comportamiento de cría cooperativa es algo que llama mucho la atención, ya que es de las pocas especies en las que se ha datado este comportamiento.


La expresión de esta conducta parece estar influida, al menos en parte, por factores ambientales: en época de extrema sequía el porcentaje de nidos con ayudantes se eleva a un 75 %, y la media de ayudantes por nidos asciende a 3,6, frente a menos de la mitad (1,5) en años normales.


La ayuda parece estar relacionada también con la imposibilidad de que algunos de los machos del bando puedan acceder al estatus reproductor debido a una diferencia poblacional en la proporción de sexos (menor cantidad de hembras y mayor de machos).


Los ayudantes pueden ser de dos tipos. Los de «primera opción» serían individuos que no intentan reproducirse y que actúan únicamente como ayudantes, y los de «segunda opción» serían aquellos individuos que ayudan después de haber fallado en su propio intento reproductor. Los ayudantes son, casi en su totalidad, machos (las escasas hembras datadas son todas de «segunda opción»). Aunque los jóvenes son más proclives a ayudar que los adultos, la proporción de ambas edades en el conjunto de los ayudantes es similar. El papel de ayudante o reproductor es reversible, existiendo individuos que adquieren uno u otro estatus de forma alternativa en años sucesivos.


Los ayudantes participan en la mayor parte de las tareas reproductoras: defensa del nido, alimentación de los pollos, retirada de sacos fecales e, incluso, en algunos casos, pueden cebar a la hembra durante la incubación. Aportan casi una cuarta parte de las cebas que reciben los pollos, porcentaje muy similar al que aporta la hembra y la mitad del de los machos. Ese aporte extra por parte de los ayudantes, no se traduce en una reducción del esfuerzo parental de los progenitores, sino más bien todo lo contrario.


Este sorprendente comportamiento, que es la primera vez que se cita para las especies que realizan cría cooperativa, podría explicarse por el escaso valor reproductivo residual de los adultos de esta especie en la población estudiada: la tasa de supervivencia anual de los adultos es sólo del 50 % y la probabilidad de éxito reproductor es muy escasa (la vida reproductiva de un individuo es de tan solo 2 años de media y la productividad media a lo largo de esa vida solo alcanza los 3.4 volantones). Con estas fuertes restricciones, los progenitores, en aquellas ocasiones en las que cuentan con ayuda, aumentarían su esfuerzo para intentar así asegurarse el éxito reproductor actual, dadas las escasas ocasiones futuras de las que van a disponer para conseguirlo.

 

Amenazas

Se estima la población española en 240.000-260.000 parejas.
El principal factor de amenaza es la persecución directa del hombre a causa de los daños provocados en la agricultura, principalmente en los cultivos de frutales y viñedos, y los que supuestamente infligen a las poblaciones de especies cinegéticas. Si bien los primeros son indiscutiblemente ciertos, de los segundos no existe constancia alguna.
Otro importante factor de amenaza sería la masiva utilización de pesticidas en las áreas donde se reproducen.

 
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